En su nuevo material de larga duración, Edgar Mondragón juega con distintos sonidos como el ambient, noise, techno, experimental, UK garage e incluso el post-rock instrumental con los que, a través de nueve tracks totalmente diferentes entre sí, te guía por un sendero inicial: el de la memoria.
Proveniente de una familia gustosa por la música e influenciado por las composiciones de electrónica que su hermano le mostraba, Edgar Mondragón comenzó a adentrarse al mundo de la música cuando era solo un adolescente de preparatoria y quiso aprender a tocar un instrumento: el bajo. Dominar este híbrido entre la guitarra eléctrica y el contrabajo le permitió tocar en varias bandas de amigos, y a su vez, percatarse de que trabajar en grupo no era su fuerte, por lo que después decidió tomar un curso de Ableton Live. Cuando aprendió a usar este programa se dio cuenta de todas las cosas que podía hacer por sí mismo, y así, sin alguna planeación o un fin en específico, empezó a realizar varias maquetas y a subirlas a SoundCloud. El resultado: shows con banda (Mondragón) en vivo en grandes escenarios de América Latina, Estados Unidos, Canadá y México.
Edgar Mondragón es un productor de música electrónica procedente de la Ciudad de México que ha sido considerado como «una de las luces más brillantes de la vanguardia electrónica mexicana» por varios medios de comunicación nacionales e internacionales gracias a que combina géneros como el ambient, drone, noise, dream pop y el techno. Actualmente cuenta con 5 EPs y un LP recién estrenado que lleva por nombre No hay recuerdo que no se apague, material que comenzó a idealizarse en el 2019.
«Me emociona mucho la salida del disco porque fue un trabajo súper pesado, este material se empezó a conceptualizar desde el año pasado en un contexto totalmente distinto. Muchas de las canciones que incluye el disco son experimentos que fui probando, las tocaba en vivo y viendo la reacción de la gente las iba modificando.»
Pese a tener un concepto claro sobre lo que quería plasmar en No hay recuerdo que no se apague, con la llegada de la pandemia a México por causa del COVID-19, las cosas también se complicaron en el proceso creativo de Edgar Mondragón.
«Yo tenía una idea de cómo quería que el disco fuera en el 2019, todavía me faltaba una parte que acabar en el 2020 y de repente cae la pandemia. Entonces todo cambió, mucho del concepto del disco, la estructura de las canciones y los títulos de los temas cambiaron por todo este nuevo concepto.
Me costó el triple de trabajo finalizar el disco porque tenía sesiones de estudio agendadas, colaboraciones con otros músicos y todo eso se cayó. Entonces yo me aferré y dije: bueno, vamos a sacarlo, a ver cómo le hacemos. La idea era tener el disco para junio o julio y al final quedó hasta octubre. Fue como ir nadando contra la corriente, pero lo logré y quedé muy contento con el resultado. Creo que hasta la fecha es de los proyectos más ambiciosos que he tenido.»
No hay recuerdo que no se apague cuenta con la postproducción de Polo Vega, mejor conocido como Trillones, y con las colaboraciones de los músicos Aqua Mute e Iván Almanza. Además del arte y diseño de Erik López a.k.a. IMGN.
En este material de larga duración, Edgar Mondragón juega con distintos sonidos como el ambient, noise, techno, experimental, UK garage e incluso el post-rock instrumental con los que, a través de nueve tracks totalmente diferentes entre sí, te guía por un sendero inicial: el de la memoria.
“El concepto principal del disco es la memoria y todo lo que la rodea desde muchas perspectivas. De hecho, desde el título te lo indica e inicia con la premisa de que todo se te va a olvidar aunque tus recuerdos sean muy fuertes y al final, con la última canción te das cuenta de que sólo una cosa no hay, es el olvido”
Asimismo, plasma muchas de las cosas que el artista vivió en este año; triunfos, alegrías, descubrimientos, decepciones y pérdidas. Ejemplo de esto, es la composición con mayor duración del disco; «Nico».
«Una canción que sentimentalmente me costó mucho fue la de «Nico» porque él era el perro que creció conmigo. Estuvimos juntos 20 años y cuando falleció, prácticamente fue como perder a un familiar. La idea de esta canción está padre porque en sus últimos años ya solo se quedaba acostado en un lugar todo el tiempo. Entonces cuando falleció puse una grabadora en ese lugar y registré lo que él escuchaba todo el tiempo y ya sobre esa grabación comencé a componer pensando en lo que él escuchaba. Fue difícil, pero al final me gustó mucho el resultado.»
La música de Edgar Mondragón, aun cuando se sale del contexto de la electrónica a la que la gente está acostumbrada, tiene espacio en distintas partes del mundo, principalmente en Europa, es por esto que en trabajos anteriores el músico prefería utilizar palabras fáciles de identificar para sus títulos, pero para este nuevo disco la dinámica fue modificada al utilizar frases de un autor literario que es de su agrado.
«De entrada, a principios de año los temas no tenían nombre, pero en ese entonces estaba leyendo a Juan Rulfo, un autor que me gusta mucho y fui encontrando muchas frases que empezaron a resonar conmigo, no sé cómo explicarlo, pero tú sientes eso. De repente no sabía cómo terminar una canción y con leer la frase me guiaba. Utilicé muchas referencias de Juan Rulfo porque en ese momento me hizo mucho clic con lo que estaba viviendo y con el tipo de música que estaba haciendo, entonces decidí cambiar los nombres a español y con frases súper largas.»
El productor proveniente de la Ciudad de México considera que la parte visual es un elemento clave en su música, pues le gusta que haya un concepto que se conecte con ella, por esto, con la ayuda de Erik López, decidió representar este cambio constante de la memoria con la habitación de una casa; cada sencillo junto con su respectiva portada es un detalle del cuarto, y al observar la portada del disco, se visualiza la habitación completa.
«Para representar el concepto de que el cuarto iba cambiando, surgió la idea de un video para la reproducción de la memoria en el interior de esta habitación en la que le vas quitando y agregando cosas.»
Aunque No hay recuerdo que no se apague apenas vio la luz la semana pasada, Edgar Mondragón ya está mirando al futuro y el próximo año planea sacar algunas de las canciones de este material con tecnología 8D para crear todo un ambiente envolvente.
«Cuando inicie este proyecto quería hacer un vinilo y con el tema de la pandemia ha sido complicado concretar algo, pero comencé a explorar la tecnología binaural con mi música y yo creo que el siguiente año algunas canciones del disco saldrán en este formato vía streaming, ya después veré la posibilidad de que sea una instalación.»
Asimismo, Edgar Mondragón se encuentra trabajando en el soundtrack para dos materiales cinematográficos: Mudar de sueños, un mediometraje que ya fue concluido y que fue seleccionado para una muestra de cine Internacional, y un largometraje que será la ópera prima de un director austriaco.
«Me cayó este proyecto de hacer música para dos películas, es algo que me encanta y a futuro es de las cosas a las que me gustaría dedicarme porque es una forma bien distinta de componer. Acá te debes de poner muchos sombreros para que la música destaque en la pantalla y logre generar ciertas emociones al director, para que él, a su vez, las genere en el espectador. Aquí se deben romper todas las reglas que uno conoce para hacer música.»
En No hay recuerdo que no se apague, Edgar Mondragón muestra su versatilidad como productor al sumergir al escucha por un mar de sensaciones a través de sus vivencias e influencias y deja en claro porqué festivales como MUTEK, NRMAL o SXSW han puesto ojos y oídos a su proyecto desde antes de convertirse en solista.