«Buñuel en el laberinto de las tortugas» - Salvador Simó De la novela gráfica a la pantalla grande

Basado en la novela gráfica homónima de Fermín Solís, Salvador Simó elabora un retrato íntimo y multifacético de Luis Buñuel y Ramón Acín, mientras revela todos los secretos del rodaje de Las Hurdes, tierra sin pan.

Desde su primera etapa como cineasta, Luis Buñuel se convirtió en una de las principales figuras del surrealismo; su ópera prima, Un chien andalou (1929), y su segunda película, L’âge d’or (1930), ambas escritas a lado de Salvador Dalí, fueron elogiadas y bien recibidas dentro del grupo surrealista. Sin embargo, causaron gran controversia en algunos grupos conservadores y de extrema derecha, como los «Camelots du Roi» y los «Jeunesses Patriotiques», quienes incluso realizaron destrozos durante la proyección de L’âge d’or y lograron prohibir la película hasta 1980.

Tras vivir en carne propia los estragos de la censura y luego de su distanciamiento con Salvador Dalí, Luis Buñuel se encontró con el estudio antropológico Las Jurdes: étude de géographie humaine (1927), de Maurice Legendre, obra que lo inspiró para crear su próximo proyecto, Las Hurdes, tierra sin pan (1933), un documental que lo alejaba de Francia y el surrealismo y lo acercaba a los problemas sociales de una España al borde del colapso sociopolítico.

Sin duda, Las Hurdes, tierra sin pan fue una película especial desde su concepción. Y su rodaje, que se llevó a cabo del 23 de abril al 22 de mayo de 1933, significó un gran reto para Luis Buñuel y para su amigo, el escultor y anarquista Ramón Acín, quien financió el documental con el dinero que consiguió luego de ganar la loteria en diciembre de 1932. Por casi treinta años, Las Hurdes fue la última película que Buñuel filmó en España, hasta su regreso triunfal con Viridiana en 1961, y también se convirtió en el único documental dentro de su extensa filmografía. 

«Buñuel en el laberinto de las tortugas» - Salvador Simó: De la novela gráfica a la pantalla grande
Luis Buñuel y Ramón Acín durante el rodaje de Las Hurdes, tierra sin pan.

De la novela gráfica a la pantalla grande

En el año 2008, el dibujante Fermín Solís retomó el rodaje de Las Hurdes, tierra sin pan para crear Buñuel en el laberinto de las tortugas, una novela gráfica que sigue la amistad entre Luis Buñuel y Ramón Acín mientras filman el mítico documental en Las Hurdes, Extremadura. Tan sólo diez años después, el animador y cineasta español, Salvador Simó, trasladó la historia del cómic a la pantalla grande, respetando la idea central de Fermín Solís y manteniendo la esencia original del cómic. 

Al igual que en la novela gráfica, la ópera prima de Salvador Simó explora tres aspectos fundamentales en la vida de Luis Buñuel: el primero y el más importante, su íntima amistad con Ramón Acín, la cual desarrolla todos los acontecimientos de la película; el segundo, sus miedos, sus complejos e inseguridades, que se volvían cada vez más grandes conforme avanzaba el rodaje del documental; y el tercero, el choque cultural al que se enfrentó durante la filmación de Las Hurdes, tierra sin pan, acontecimiento que lo cambiaría de por vida. De esta forma, el director construye un retrato íntimo y multifacético de Luis Buñuel, alejándose ligeramente de su figura como cineasta y acercándose más a su lado humano. 

Para plasmar la vida y la mente compleja de Luis Buñuel, Salvador Simó colaboró con el ilustrador e historietista José Luis Ágreda, quien se desempeñó como director artístico, así ambos confeccionaron una atmósfera onírica y surrealista, en la que el paisaje semidesértico de Extremadura y el laberinto de chozas viejas se desenvuelven como un personaje más dentro de la película, acompañando el viaje interno de Buñuel y exteriorizando, de forma muy sutil, las terribles condiciones en las que vivían los habitantes de Las Hurdes. 

Precisamente, esta sutileza que se mantiene a lo largo de la película, y que se contradice con la crudeza de las imágenes que capturó y recreó Luis Buñuel en 1933, es una de las principales virtudes de Buñuel en el laberinto de las tortugas, pues jamás cede ante el morbo de representar la extrema pobreza del lugar para conmover al público o para empatizar con los personajes. Y aún en las situaciones más crueles, en las que Simó tomó la inteligente decisión de mostrar directamente fragmentos del documental, no abandona la dulzura inherente en la historia que también está presente en la novela gráfica de Fermín Solis.

A pesar de que la cinta está llena de ensoñaciones y simbolismos que inventan mundos oníricos envolventes, la trama alcanza sus mejores momentos en aquellos lapsos en los que más se apega a la realidad; en escenas que muestran la cotidianidad de Las Hurdes, la interacción entre Luis Buñuel y Ramón Acín, y los secretos que rodean el rodaje del documental, escenas que en apariencia son simples y hasta sencillas, pero cuyo valor y significado enriquecen el retrato que el director pretende realizar de Luis Buñuel.

«Buñuel en el laberinto de las tortugas» - Salvador Simó: De la novela gráfica a la pantalla grande

Si bien, todas las acciones de la película recaen sobre los hombros de Buñuel, también se toma el tiempo suficiente para homenajear y resaltar la importancia de Ramón Acín, pintor, escultor, periodista y pedagogo de profesión, quien fue ejecutado por el ejército franquista en 1936, al principio de la Guerra Civil Española, y borrado de los créditos de Las Hurdes, tierra sin pan por su ideas anarquistas, hasta que Buñuel pudo reestrenar la película en 1960.

Aunque el largometraje no tiene el carácter transgresor y revolucionario que tenían sus dos protagonistas en la vida real, y ni siquiera pretende tenerlo, logra transmitir la libertad y la energía de toda una generación de artistas españoles (Generación del 27) cuyo interés por romper con lo establecido y reflejar los problemas sociales, políticos y económicos de su país iba en ascenso. 

Escrito por

Luis Felipe Maceda

Periodista. Escribo sobre cine y música.
Cofundador de Clímax MX.

Twitter: @luisfmaceda
Instagram: @luisfelipemaceda