King Gizzard & The Lizard Wizard abrieron las puertas del infierno en su vigésimo segundo álbum de estudio, PetroDragonic Apocalypse.
King Gizzard & The Lizard Wizard crearon un álbum mítico lleno de poder combinando el thrash con el heavy metal. Los oriundos de Melbourne regresaron a su trono predilecto, sí, estrenando un álbum mítico como cada año desde su fundación en 2010. Y no es para menos, la creatividad infinita de los australianos es ya un sello grabado con letras de oro instaurado en cada uno de sus trabajos.
La agrupación liderada por Stu Mackenzie (voz y guitarra) siempre ha manejado diferentes géneros musicales en cada álbum, desde surf rock, spaghetti western, krautrock y rock psicodélico, hasta garage rock, thrash y heavy metal. En general, la combinación de estos géneros es el punto clave de la banda porque hacen una simbiosis fulminante que los coloca como punta de lanza en cada uno de ellos.
PetroDragonic Apocalypse está construido de la siguiente forma: Stu Mackenzie y Joey Walker en guitarra, bajo, sintetizadores, vocales, grabación, mezcla y letras. Al mismo tiempo, Ambrose Kenny-Smith y Lucas Harwood están en vocales, sintetizadores y letra. Y finalmente, Michael Cavanagh se encuentra en la batería acompañado de Cook Craig en el bajo. La masterización está a cargo de Joe Carra y el ingeniero de audio fue Nico Wilson. Mientras que Jason Galea creó la portada del álbum.
«Motor Spirit» es el comienzo de una carretera relampagueante, llena de pesadillas y muerte a su paso. El motor del apocalipsis ha llegado, pintando los caminos de sangre como en una película slasher que por momentos recuerda a Death Proof (2007), de Quentin Tarantino. El ritual ha comenzado. Bienvenidos los condenados.
«Supercell» infunde la tempestad de un mesías nauseabundo sobre su pueblo. Las estructuras bíblicas se tambalean por su propia avaricia en un aire fétido mientras caen bombas que profetizan el final. Desde luego, el doble pedal de la batería de Michael Cavanagh retumba las sauces del inframundo. Mientras tanto, «Converge» anuncia el día del juicio final, bajo una tormenta de espadas. La consigna es la destrucción. El sueño onírico deja que vuele el odio en la atmósfera como en «Hail The Apocalypse», de Avatar.
«Witchcraft» funge como el interludio del álbum. El camino entre el ángel de la muerte y el apocalipsis. Por supuesto, la letra tiene varios ritos paganos dignos de una banda céltica. Y el grito (witchcraft) de Stu Mackenzie en cada remate de cada estrofa activa la memoria de «Whiplash», de Metallica.
Todos los paradigmas auditivos se rompen con «Gila Monster», y no es para menos, el espíritu de Dave Mustaine (vocalista y líder de Megadeth) se apoderó del líder de la banda australiana y le ofreció sus cuerdas vocales, como en Possession (1981), de Andrzej Zulowski. Además, la canción fue el primer sencillo del álbum otorgando un puesto honorífico entre los seguidores de la banda.
La cima del álbum llegó, aterrizó el «Dragon» sobre los humanos, de una forma trepidante con más de nueve minutos, por supuesto, acompañado de profecías siniestras y poderosos punteos hacia abajo de la guitarra de Joey Walker. Sin embargo, conforme avanzan los minutos, la línea principal de guitarra se mueve hacia arriba en contraste con la apertura de la canción. Los cantos gregorianos fueron escuchados, la noche total cubre la tierra.
Finalmente, se abrieron las puertas del infierno custodiadas por Cerberus. Las predicciones se han cumplido; las bombas, lanzallamas y motores satánicos corren en el mundo infestado del veneno negro, el petróleo. El dragón se eleva como el rey del inframundo en «Flamethrower» y la bestia, que sabemos su nombre, está suelta entre los humanos, lanzando bolas de fuego llenas de dopamina para las almas enardecidas de poder. No hay más, solo queda disfrutar la naturaleza de su juego y esperar la venida de Lucifer.
En general, King Gizzard & The Lizard Wizard cumplen con creces un álbum lleno de rabia y poder acumulado de cada uno de sus integrantes. Al mismo tiempo, PetroDragonic Apocalypse se puede comparar con varios álbumes de thrash y heavy metal de bandas míticas en cada rama de estos géneros. Por este motivo, solo tienen que mirarse al espejo en Infest The Rat’s Nest (2019) para saber que superaron su propio trabajo establecido en estos géneros.
Al final, los australianos rompen todas las reglas de composición impuestas por cualquier banda de la historia. Nadie sabe cuál es su próximo trabajo, ni qué género musical explorarán o qué instrumentos utilizarán. La magia está siempre presente, como una orquesta sinfónica lista para el recital de sus vidas. Sí, así se siente cada álbum de la banda australiana.