Entrevista - Rodrigo Reyes: La experiencia de un dolor histórico

Rodrigo Reyes es un experimentado cineasta que en toda su filmografía se ha dedicado a explorar los límites entre el documental y la ficción, su opera prima, Memorias del Futuro (2012), fue ganadora en FICUNAM ese mismo año, y en esta ocasión se embarca en la aventura de poner a un conquistador español recorriendo un país herido.

1.- El nombre de tu película hace alusión a los 499 años (pensando que se estrenó de manera limitada el 2020) de la Conquista de Tenochtitlán, a partir de aquí dime ¿cómo se te ocurrió la idea para llevar a cabo el proyecto?, ¿de dónde surgió tan osada premisa?

La chispa empezó propiamente como película hace unos cinco años, cuando me di cuenta que se acercaba este aniversario de la llamada «Conquista», el big bang nacional que marca la génesis de nuestro país y que ha influido tanto en la cultura, como en varias expresiones y discusiones sobre México, entonces me dije para mí que este es un aniversario único, porque 500 años es una cifra importantísima. Entonces empecé a pensar con mi amigo y productor Inti Cordera sobre cómo podríamos realizar esto en cine, en un documental, luego fueron las lluvias de ideas y llegamos a este concepto de qué pasaría si un conquistador del siglo XVI tuviera que enfrentar la realidad del México actual.

Conforme empiezas a escarbar en la historia de la conquista empiezan a salir muchos paralelismos con el momento actual, en particular con los temas de violencia, que al final fue en lo que enfocamos la película, esta herencia y legado que se sigue regenerando y transformando. Pero creo que el impulso original de la película viene de un amor muy orgánico que siento por la historia, porque mi papá es historiador y de niño me llevaba a museos, a las zonas arqueológicas, y entonces estas visitas siempre iban acompañadas como de un diálogo, yo diría muy maduro, donde mi padre me hablaba ideas sobre la historia y como nos relacionamos con ella.

Quizás yo de niño no las entendía muy bien, pero conforme fui creciendo ese amor seguí ahí, y de alguna manera yo sentí esa responsabilidad de hacer una película sobre este pensar qué es algo importantísimo para nosotros como país una gran oportunidad de hablar del tema. Más o menos por ahí creció la película, y ya conforme vamos aterrizando las ideas de conjugar los tiempos, empiezan los diálogos con Alejandro Mejía, quien propuso la estética de la película, con Eduardo San Juan, el actor, también hubo trabajo de guión muy detallado con mi amiga y escritora, Lorena Padilla. Entonces se fueron cocinando estos los elementos que nos llevaron a la realización.

2 .- Con todo este bagaje cultural, ¿Cuál fue la decisión que te llevó a esta hibridación del documental con sesgos de ficción?, ¿por qué contar tu historia con este jugueteo entre estas dos modalidades de cine?

La idea es que este fantasma es real de alguna manera, o sea, el documental está ahí, en él, porque es una figura cultural, es el coco de la historia de México que existe, tal vez no tenga carne ni hueso, pero existe entre las sombras, que está por debajo de tantas cosas que si empezamos a rascar la superficie de nuestro país sale a flote. De repente la idea de que tuviera que ver las consecuencias de este proceso de conquista, donde él mismo participó y ayudó a dar impulso a la colonización, cobró mucho sentido.

A lo largo de la ruta de Cortés podemos ver, en las diferentes «etapas», que las hazañas de Cortés se van vinculando con todos estos personajes que viven sobre la ruta hoy en día, desde Veracruz hacia Puebla y Tlaxcala hasta a la Ciudad de México. Entonces había una geografía que tenía estas dos caras, la contemporánea y la pasada, que están conectadas por la violencia, en el caso de la de género es algo que sabemos fue muy importante en el dominio y control en los pueblos originarios de México, al seguirla viviendo hoy día se evidencia que la violencia sexual está presente en la identidad nacional.

En lo que fuimos entrelazando estos elementos vimos que el gran reto fue que todo esto parece genial en teoría y sobre el papel, pero no sabíamos si iba funcionar en película, y ¿cómo saber esto?, hasta que se prueba. Entonces aquí la formación de tener un guion por un lado, por otro el tener un gran actor, donde Eduardo se entregó muchísimo al papel, y en un tercero la fotografía, con una idea que desmantela un poco el lenguaje cinéfilo de esas películas que son epopeyas de un presupuesto increíble (como Gladiator, por mencionar una).

Y sacar este lente y esta visión a la calle para tratar de capturar la realidad como si fuera parte de una odisea épica, creo que ayudó mucho el lenguaje visual a la película, donde todo está filmado con luz natural, y entonces la actuación de Eduardo de repente cobrará mucha credibilidad, que no era algo que se estaba imponiendo en esos espacios, sino que es parte del paisaje y que podía navegar en el México de hoy.

Hasta que estábamos en el rodaje no sabíamos si iba a funcionar, y en los primeros días aún había esa duda, pero teníamos que apostar por eso, porque de otra manera yo creo que hubiera quedado una película muy académica o muy didáctica, cuando lo que se trataba era de generar una experiencia donde se junten nuestros multiversos y estas líneas de tiempo.

Entrevista - Rodrigo Reyes: La experiencia de un dolor histórico

3.- Recién inicia la película y el protagonista, el conquistador, se queda sin voz y empezamos a escuchar sus pensamientos, tú como el director me puedes decir ¿a quién le está hablando este conquistador errante?

Yo creo que cada quien tiene una posición distinta en relación a esta historia de colonialismo, me han llegado a decir algunas personas que han visto la película que se sienten identificadas con el conquistador y que eso los perturba mucho, pero esto también les genera la reflexión de cuántos privilegios tienen o qué relación tienen con el sistema.

Otras personas se sienten aludidas porque en sus vidas han sufrido alguna violencia o un atropello grave, y hay algo muy fuerte en esta idea de que ahora el victimario tiene que someterse y escuchar en este proceso de lucha amorosa que tiene la película, porque no hay un odio hacia él por parte de ninguno de los personajes, todos le están explicando su situación, se están sincerando con él.

Y creo que eso es una cosa clave, porque a la hora de hablar de cambiar nuestro mundo y transformar nuestro país hace mucha falta este proceso de escucha, donde las víctimas tienen que ser las primeras en hablar y el poder tiene que guardar silencio y entender. Pienso que esta es una de las razones por las que logramos que participarán tantas personas con testimonios tan fuertes y tan intensos que vemos en la película, porque ellos y ella se sentían como parte de un diálogo, y esa era la propuesta.

Aquí viene el tipo que en su momento fue poderoso, y ahora trata de aprender algo de tu historia aunque él no lo quiera, entonces desde el punto de vista del público hay que tener apertura para participar en este diálogo y aceptar que la película no nos va a explicar la realidad, si no que nos va a otorgar una experiencia.

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4.- Reteniendo un poco esta idea de escuchar las voces, también se hace presente la de una mujer desconocida (sólo al inicio y al final) que habla con mucho tacto y dulzura, y en el segmento de la Sierra Madre es Sixto Cabrera quien declama unas poesías en nahuátl, aunque a él si lo vemos en pantalla, ¿de dónde salieron estas desiciones?

Para mí la voz de la mujer es de alguna manera necesaria porque hay una «pista» de una fuerza más allá de lo que el conquistador entiende, de que hay algo que lo ha traído a este mundo y no sabemos qué es, no hay una explicación concreta pero nos relaciona y evoca mucho, porque es una voz llena de dulzura y de cariño, pero a la vez con cierta claridad que nos ayuda a entrar y salir de la historia, que me parece algo muy importante, porque si no se queda un vacío en el viaje y esto por lo menos nos da una cuna donde aterriza la película.

Por otro lado, Sixto es un gran poeta, él vive en Soledad Atzompa, Veracruz, y cuando empezamos hablar de la película era todo por teléfono con la propuesta de que lo queríamos visitar y platicarle de que iba la película. Para esto ya teníamos nuestra ruta marcada y una idea general de cuál era el camino que íbamos a seguir, y Sixto dijo de inmediato que él no quería hacer entrevistas para la película porque quería que desde un principio ser un personaje en esta.

Él quería hablar con poesía, de una manera más lírica, que no fuera un testimonio directo, sino más creativo y más en sintonía con el viaje del conquistador, y Sixto fue quien propuso la idea de que las autodefensas lo detuvieran. Luego él, como poeta, que entiende la razón de esta odisea, es el que lo libera, dándole un poco este impulso de que continúe, regalándole en estos poemas que al final dicen mucho más de lo que pudiera entregar un testimonio periodístico, porque es otro tipo de resistencia en la que se encuentra Sixto.

Esta visita fue increíble porque la comunidad nos recibió con mucho cariño y hubo un diálogo muy claro de lo que hacía este personaje ahí donde no hay un odio hacia él, sino que hay una idea de comprender explicar y de recibir pero no como héroe sino entendiendo que este personaje está en un proceso de desmantelarse y reconstruirse.

5.- Sé que la migración es un tema muy presente en tu vida como en tu filmografía, tu familia es de Michoacán y tú viviste en California, y aquí vemos en el segmento del Altiplano a un grupo de indocumentados en la Bestia, ¿este discurso es aislado o incide más allá en nuestro personaje?

Para bien o para mal a mí me ha tocado crecer entre dos culturas, yo nací en México pero llevé mucho tiempo viviendo en Estados Unidos, y son muchos los mexicanos que estamos en esa situación, pero tengo la gran fortuna de poder hacer cine, de trabajar esas realidades en una historia con propuesta.

Y de pronto en la investigación me di cuenta que el conquistador tenía muchas cosas en común con los migrantes, porque de alguna manera él también lo fue , ya que él vino México a buscar fortuna y gloria con un ideal que se parece mucho el sueño americano.

Entonces por ese lado me llamó mucho la experiencia del conquistador y de una manera la película retrata algunas de las razones por la que la gente se ve obligada a salir de su país o comunidad, dónde está este empuje para salir de tu hogar porque se va colapsando con las presiones de la violencia.

En ese sentido estoy muy agradecido con mi experiencia como migrante, porque de alguna manera me obliga a mirar las cosas desde dos fronteras, y eso lo reflejo en la película, yo lo siento así porque tiene una visión desde un poco de afuera y un poco de adentro, donde hay suficiente distancia y a la vez suficiente participación.

Y eso es lo que le da un poco de chispa a la película, porque un poco de lo que hace es forzar los símbolos con los que entendemos las violencias del pasado y obliga a reinterpretarlos, porque de alguna manera es lo que haces como migrante, constantemente resignificas tus raíces y tu conexión con tu país.

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6.- Quiero retomar el elemento técnico que más destaca y que mencionaste al inicio, la fotografía de Alejandro Mejía, quien fue ganador en el Tribeca Film Festival del año pasado a Mejor Fotografía Documental, ¿cómo fue trabajar con él?, ¿qué más hay de esta estética de películas épicas estadunidenses y su equilibrio con lo mexicano?

Tuve mucha suerte de llegar a colaborar con Alejandro y que él tuviera esta propuesta con bastante contundencia, porque desde la preproducción me dijo que este proyecto tenía que hacerse así, con un lenguaje visual preexistente donde tenemos que rearticularlo en la realidad de la película, porque esto es lo que va a dar esa capacidad de unir pasado y presente, conquistador y víctimas.

Y tenía razón porque esta mirada de lente anamórfico es un lenguaje con el que Hollywood escribe la historia (del cine), y cuando lo sacas a la calle y empiezas a enfocar cosas que no están retratadas tradicionalmente en ese formato, empieza subrayar las cualidades épicas y trans temporales de esos espacios.

Ya estando en rodaje los primeros días fueron rudos, porque yo jamás había trabajado con ese formato, y cuando empezamos a filmar con esa propuesta, combinada especialmente con la luz natural, porque la película no tiene nada de luz artificial, eso fue generando una esencia del filme porque, personalmente me ha pasado, llega un momento cuando estás rodando que dices «ya la tengo, ya le agarré la vena a la película», y ya sabes por dónde vas escarbar para que las cosas hagan click y a encajar todo en base a este lenguaje.

Entonces llegábamos a un sitio y Eduardo ya sabía cuál era la motivación emocional, y nosotros entrábamos a la escena con nuestro lenguaje ya preparado, con el ritmo y la idea de ir puliendo la película poco a poco. Eso le dio una riqueza tremenda, porque de repente empieza a ver una conversación con los colores de México, y las propuestas de lo que es la pintura en el siglo de oro en España, donde pintaban todo con luz natural en estos lienzos muy dramáticos

Y la película empezó a encontrar en ciertos encuadres, como el del conquistador besando una figura de Jesucristo en la calle de un mercado, y ahí hay algo de simbología, de belleza omnipresente que a pesar de que está escuchando historias muy duras y trágicas, la película siempre busca proponer una experiencia estética.

Creo que eso ayuda mucho a que la disfrutemos, donde resalta la dimensión de los paisajes, porque me han comentado mucho eso, la belleza que se ve de México detrás de todas esas capas de tiempo existe este paisaje en potencia lleno de naturaleza, como el verde de la Sierra Madre.

Conforme vamos llegando al centro del país vemos la pérdida de la belleza. Cuando el conquistador está en el basurero y describe cómo era el lago, ya te imaginas el contraste entre el hoy y el ayer, y esa falta de equilibrio hacia el futuro en el que vive todo el planeta. Para mí como chilango, creo que es la gran contradicción de la ciudad, porque alguna vez este lugar fue un paraíso y ahora está lleno de puentes de concreto.

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7.- Llegamos al último segmento en la moderna Tenochtitlán, y el testimonio que vemos aquí es bastante crudo e impactante, ¿fue tu intención relacionar directamente los lugares geográficos vistos con estos hechos crueles y doloroso?

Creo que ahora detrás de cada locación del país hay una narrativa de sufrimiento, y si te interesa conectar con las víctimas ahí están, y desgraciadamente son demasiadas. Esta historia que escuchamos al final ha sido para mí algo que me cambió como realizador, porque te hace cuestionar ¿por qué estás grabando esto?, ¿qué propósito tiene narrarlas?, ¿desde dónde las comparto?, ¿cuál es mi responsabilidad con las personas?

Yo sigo en contacto con varios de los que dan testimonio y pues ellos siguen en su lucha de justicia, la historia de la señora Lorena (la última) nos la cuenta de una manera inescapable, dónde la estás viendo directamente a ella, no hay un corte en el plano y está sintiendo los golpes porque tienes que imaginar en tu cine interno, tu pantalla mental, todo lo que pasó.

De alguna manera la película nos obliga a cuestionar nuestra propia empatía, si nos vamos a relacionar o no, si vamos a pasar por estos espacios y vamos a cuestionar lo que ocurre ahí, o nos vamos a quedar en nuestra burbuja, en caso de que la tengamos.

Para mí fue un momento que va a marcar el resto de mi trabajo, haber conocido a alguien que pueda narrar un hecho cruel con tanta claridad y que te obliga a ver el mundo de otra manera. Es lo que justamente exigen estos testimonios, que transformemos un poco la manera de interpretar estas historias para acercarnos de alguna manera a resolverlas, o en su defecto, evidenciarlas.

Escrito por

Hiraid Tepunto Aco

Comunicólogo egresado de la UAM-X, asistente de producción y guion en redacción y televisión, abierto a cualquier experiencia audiovisual, lleva un par de años asistiendo a todas las premieres y festivales que pueda en la CDMX, casi nunca para de hablar de cine y series y por eso también hace el podcast @post_creditos (también es fan de Batman, Zelda y los Dallas Cowboys).