«Nomadland»: El viaje americano de Chloé Zhao
Nomadland es el viaje de un ser humano solitario. Un viaje al ocaso de su vida para reencontrarse y sanar sus heridas desde el rugir de la carretera.

Chloé Zhao es una directora y guionista que poco a poco se ha hecho de un nombre en la industria cinematográfica, desde sus primeros dos largometrajes, Songs My Brothers Taught Me (2015) y The Rider (2017), hasta su aclamada nueva película, Nomadland (2020), se pueden encontrar parecidos razonables en sus historias y en la elección de sus personajes, incluso su filmografía puede apreciarse como una trilogía que atraviesa por diferentes etapas de la vida de un ser humano; desde su niñez, hasta el ocaso de su vida. 

Nomadland, la tercera cinta de Chloe Zhao, es una adaptación del libro de no ficción de la periodista Jessica Bruder llamado Nomadland: Surviving American in the Twenty-Firts Century, publicado en 2017. Mientras el libro trata de las consecuencias de la Gran Recesión que vivió Estados Unidos y cómo esta afectó a su población de la tercera edad, obligándolos a viajar por su nación en busca de trabajos temporales, la película sigue la vida de Fern (France McDormand), quien se quedó sin trabajo y sin casa de un día para otro después de que la empresa minera estadounidense, USG, cerró su planta de yeso en Empire, Nevada, tras 88 años ininterrumpidos de actividad. Aunado a esto, también tiene que lidiar con la muerte de su esposo y encontrar un nuevo sentido a su vida.

A pesar de que la trama es «innovadora» al mostrar el viaje de un personaje solitario, la película tiene una repercusión floja en el espectador, principalmente porque no expresa todas las dificultades que rodean a la vida nómada y los problemas carecen de esencia porque no muestran a detalle una reflexión o sentimientos profundos en torno a esta forma de vida. Aunque esta falta de rigor argumental es imperdonable, el guion toca varios puntos interesantes que viven día a día estos grupos de personas solitarias que forman comunidades de casas rodantes, forjando lazos de camaradería para hacerse compañía en los viajes de carretera. En este sentido, la carretera y la camioneta de Fern son dos personajes más dentro de la película, y juntas forman un escenario para contar parte fundamental de la trama.

Los grandes planos generales que captura la fotografía de Joshua James Richards dotan a la cinta de un sentimiento de libertad acompañados de la nostalgia profunda de la protagonista. Estos paisajes tientan al espectador de formar parte de la vida nómada simplemente para disfrutar la riqueza de la naturaleza y el aire de libertad, sin embargo, no hacen énfasis en la verdadera problemática que orillo a Fern a llevar este estilo de vida.

Nomadland tiene una característica importante en el cuidado del montaje y la fotografía, ya que se filmó en las últimas horas del día, cuando todavía se encontraba un poco de luz, lo que, en palabras de la propia directora, dificultó el rodaje de la película. Sin embargo, a lo largo de la cinta los atardeceres adquieren gran importancia, porque por medio de la luz natural podemos ver los tonos azules y grises nostálgicos que anuncian la penumbra, quedando en sincronía con la película y complementando los close up al rostro de Fern que capturan hasta el mínimo detalle de sus expresiones.

«Nomadland»: El viaje americano de Chloé Zhao

La figura de la muerte también aparece constantemente en la historia; una muerte que acompaña el viaje de la protagonista y que, por momentos, nos hace recordar al cine de Ingmar Bergman, por supuesto, guardando sus distancias. El filme también guarda ciertas similitudes con la clásica película de Wim Wenders, Kings of the Road (1976), ambas tienen como protagonistas a personajes solitarios que por azares del destino encuentran a más personas sin rumbo en su viaje por carretera, aunque una se desarrolla en las carreteras del medio oeste de Estados Unidos (Nomadland) y la otra en la frontera entre Alemania Oriental y Occidental (Kings of the Road).

El rigor de las actuaciones es otro punto clave de la película, sobre todo el trabajo de Frances McDormand, quien se ganó a pulso el premio Oscar como Mejor Actriz en la ceremonia de este año. En su papel abraza a una mujer solitaria que ha perdido todo lo que le importaba en su vida y que decide olvidar sus preocupaciones y dolores del alma al no establecer lazos emocionales con ninguna persona o lugar. Muchas veces transmite la sensación de que huye de sus sentimientos en lugar de afrontarlos y disfraza su tristeza con una libertad cuestionable. El crujir de las emociones y sentimientos no es para menos, Fern perdió a su marido, casa y pueblo de un momento a otro, y así se presenta en Nomadland desde los primeros minutos de la historia.

Otro elemento interesante de la película es la mezcla entre ficción y documental, ya que a excepción de Frances McDormand, David Strathairn y otros actores profesionales, el resto de las personas que aparecen son verdaderos nómadas. Quizá el más conocido de ellos sea Bob Wells, quien incluso ha escrito libros acerca de cómo llevar una «vida nómada».

A pesar de sus virtudes, el gran conflicto que tiene Nomadland es la falta de crítica con las empresas que contratan a trabajadores por tiempos cortos y mal pagados. La punta del iceberg la encontramos con el retrato que Chloé Zhao realiza de Amazon, una de las empresas más grandes a nivel mundial y con más acusaciones de explotación laboral. Temas como este y el capitalismo voraz son retratados en la película de una forma tan dócil que el filme termina por dejar más preguntas que respuestas y termina por caer en la trampa de embellecer la vida nómada sin reflexionar sobre sus causas y consecuencias.

Escrito por

Ricardo Hernández

Melómano por naturaleza. El cine es mejor que la vida, eso dicen...