Evocando lo cotidiano y apelando a la nostalgia familiar, Last Poems es una trilogía de cortometrajes hecha para valorar la vida y buscarla aún después de la muerte.
Por muy efímera que sea la vida, la mayoría de los seres humanos dejamos un legado y un recuerdo que perdura por mucho tiempo. Dejamos rastros de nuestra esencia y espíritu en todos los lugares y objetos que fueron testigos alguna vez de nuestra existencia, así como lo hicimos con las personas que nos acompañaron en el camino.
Porque luego de partir, cada rincón de nuestro hogar, mueble viejo u objeto que coleccionamos, los pasillos que recorrimos despreocupados en miles de ocasiones, las puertas de madera que resguardaron nuestros secretos, las cartas que escribimos, las películas que vimos, los libros que leímos, la música que escuchamos o las canciones que bailamos, serán los que hablen por nosotros, pues en ellos depositamos gran parte de nuestro tiempo, e incluso, confesamos algunos sueños, miedos y recuerdos que nunca fuimos capaces de exteriorizar.
Aunque este importante vínculo permanece latente siempre, no todas las personas son conscientes totalmente de ello y, por desgracia, con el paso del tiempo parece que pierden la capacidad de conectar con él para evocar memorias y recuerdos de sus seres queridos que ya han partido. De pronto, aquellos objetos y afiches que en el pasado gozaron de vida y energía ahora se encuentran olvidados y cogiendo polvo en una casa abandonada o en el sótano de otra persona.
Esta premisa se refleja en el cuidadoso trabajo que la cineasta canadiense, Sofia Bohdanowicz, hizo en cada uno de los tres cortometrajes que conforman Last Poems (A Prayer, An Evening y Another Prayer). A lo largo de su trilogía no solo es capaz de entrar en la intimidad de las personas, a veces sin siquiera enseñar su rostro, sino también consigue demostrar que la esencia y el alma de cualquier individuo es capaz de superar los límites de su propio cuerpo. Una obra que cobra más valor y significado en una época llena de caos e incertidumbre, donde debemos aferrarnos, aún más, en los recuerdos y reflexionar acerca de la vida y la simpleza que hay en ella.
Una habitación vacía, unos cuantos souvenirs, algunos objetos viejos y notas pegadas en el refrigerador son más que suficientes para que la directora construya una especie de recorrido intimista por la memoria de su difunta abuela, que logramos ver brevemente en la primera parte de la trilogía (A Prayer) reflexionando sobre la vida, el trabajo y la religión mientras realiza sus tareas domésticas con total tranquilidad.
Más temprano que tarde, descubrimos que este viaje nostálgico y familiar es solo el inicio de un proceso de pérdida y despedida por el que todos atravesamos al menos una vez en la vida. Escuchando las tiernas palabras de la anciana, somos testigos de cómo su vida se desvanece lentamente y comienza a ceder al cansancio y al peso de los años. A la par, su hogar empieza a hacerse cada vez más grande y sus pertenencias hacen más evidente la ausencia de fuerza y vitalidad.
En la segunda entrega (An Evening), que también es la más larga de toda la trilogía, el ambiente se torna gélido y un poema escrito por la propia bisabuela de Sofia Bohdanowicz desencadena la búsqueda de recuerdos a través de objetos y espacios vacíos. Por supuesto, sentimientos como la melancolía, la tristeza y la añoranza están presentes en todo momento, y se intensifican más después de que la luz del sol se desvanece entre la sombra de la noche, tal y como pasa con la vida de todas las personas al fallecer.
El humilde esfuerzo por reconstruir la vida de su abuela culmina en Another Prayer, el último capítulo de Last Poems, donde vemos su espíritu rondando con cotidianidad en cada cuarto de su hogar, ya sea lavando trastes, leyendo un poco o hablando por teléfono. En realidad, no importa lo que esté haciendo, lo que realmente importa es que ha vuelto a cobrar vida y que pase lo que pase seguirá existiendo, a pesar de ser intangible y ajena a nuestro plano existencial.
Sabemos que los ciclos y la vida terminan en algún punto, sin embargo, nunca estamos listos para despedirnos de ellos. Last Poems, es una obra que está hecha especialmente para cerrar ciclos y empezar nuevos, para valorar lo cotidiano, lo familiar y lo que en apariencia es imperturbable. Pero, ante todo, fue hecha con la intención de apreciar la vida, porque aun después de la muerte, dejamos un rastro emocional igual de grande y poderoso de lo que fue nuestro cuerpo, mente y espíritu, que seguirá prevaleciendo, al menos, hasta que exista alguien que nos recuerde y ese alguien sea consciente de que la vida está presente hasta en la acción más ordinaria, el pensamiento más corriente y el objeto más sencillo.