Hoy 26 de febrero, pero de 1984, llegó al mundo una de las cantantes latinoamericanas más influyentes en lo que va de este último lustro.
Natalia Lafourcade —cuyo nombre completo es María Natalia Lafourcade Silva— tiene una carrera muy singular. Nacida en Coatepec, Veracruz, se mudó a la Ciudad de México a la temprana edad de nueve años, y sus inicios en la música no fueron propiamente dentro de los géneros musicales que hoy en día identifican a la intérprete de «Hasta la raíz».
De padres músicos de profesión, Gastón Lafourcade, —fundador de la Asociación de Organistas y Clavecinistas de Chile y catedrático de la UNAM—, y María del Carmen Silva, —creadora del Método de Enseñanza Musical y Desarrollo Integral Macarsi—, ayudaron a fomentar la curiosidad y el interés en la futura artista.
Parte de su acercamiento con la música, se debe a que, cuando era sólo un infante, Natalia sufrió un accidente al montar un caballo, pues al intentar dominar al equino, este la derribó, y cuando Lafourcade cayó al suelo, fue pateada en la cabeza por el animal, dejándole una cicatriz en la frente. Este hecho afectó su vida, y según rememora en un episodio de Song Exploder (2020), de Netflix, la cantautora dijo:
«El doctor le dijo a mi madre: Quizá no pueda terminar la escuela ni ir a la universidad. Y mi madre dijo: Imposible. Entonces comenzó a combinar las terapias con música y funcionó. Me acercó más a la música porque era una medicina. Eso cambió el curso de mi vida [sic].»
Sus inicios en la música
Quizá muy pocas personas lo recuerden, pero su incursión en la industria discográfica fue a través de un grupo de Pop llamado Twist, el cual estaba dirigido a un público netamente adolescente. Dicha agrupación fue formada y producida por la televisora TV Azteca, y tenía como integrantes a Tabatha Vizuet, Ana Pamela Garcés y, desde luego, a la propia Lafourcade.
De aquella primera experiencia musical, se desprendió un álbum homónimo publicado en 1999, en el que se encontraban algunos temas como: «Late mi corazón», «Hello, hello, «Ríndete», o «El primer beso».
Ese proyecto fue un tanto frustrante y fallido para la cantante —no sólo conceptual, sino musicalmente—. En una entrevista concedida a la periodista Christina Pacheco en mayo de 2021, la ganadora de múltiples Grammys Latino declaró al respecto:
«En un momento me di cuenta de que ese no era el camino que yo quería tomar en la música… Lo que pasa es que yo hacía canciones desde antes, y en ese grupo yo les decía: quiero meter mis canciones, quiero que grabemos, yo tengo canciones. Pero los productores no querían. Y entonces… yo ya sabía que yo quería grabar mi música, que yo quería aprender a tocar guitarra bien, y me salí [sic].»
Un nuevo comienzo
Posterior a su salida de Twist, tres años después y antes de cumplir la mayoría de edad, Natalia firma un contrato con Sony Music México para el lanzamiento del que sería su álbum debut como solista. Así en el 2002, el material discográfico sale al mercado el 8 de julio bajo un título homónimo. El disco fue producido por Loris Ceroni y Áureo Baqueiro, e incluía doce canciones, sin dejar de lado dos pistas extras, pero en diferentes versiones. Uno era un remix de «Mango» y el otro era un acústico de «Elefantes». Debe mencionarse que nueve de las doce pistas eran de la autoría de la joven veracruzana, y el resto eran tracks en coautoría con los colaboradores del Long Play.
Natalia Lafourcade fue un disco que en el momento de su publicación se presentaba a sí mismo como algo arriesgado. En primera, porque el artista en cuestión era una mujer que le plantaba cara al rock mainstream, y en segunda, porque la mayoría de sus composiciones estaban hechas desde la trinchera de la bossa nova, el jazz e inclusive el dance y el house; no eran propiamente temas rock o pop convencionales. Ese material no era «radiable», sin embargo, pese a todos los pronósticos, triunfó.
De su placa debut, se eligieron cinco sencillos: «Busca un problema», «En el 2000», «Te quiero dar», «Mírate, mírame» y «Elefantes». Los primeros tres sencillos contaron con su respectivo video musical y, en el interludio de la promoción de los singles restantes, la también productora musical hizo el tema principal para una película, Amar te duele (2002), —un drama adolescente con tintes trágicos a lo Romeo y Julieta— del director Fernando Sariñana.
El largometraje en cuya banda sonora Natalia participó con dos canciones y un demo, gozó de un notable éxito entre los adolescentes mexicanos, en parte por los numerosos artistas que participaban aportando al soundtrack de la cinta. Nombres como Zoé, Kinky, Pulpo, Diabolo, Ximena Sariñana, Volován y Elefante, ayudaron a consolidar la popularidad del filme.
En aquel periodo, en sólo dos años, el nombre de Natalia Lafourcade pasó de un relativo anonimato a la notoriedad. Presentaciones en programas de radio, televisión, conciertos, festivales y entrevistas inundaron su agenda. Su rostro estaba por todos lados. Natalia Lafourcade se refrendó como disco de Oro y Platino, y el resto es historia.
El presente y una retrospectiva a su carrera musical
Años y años han pasado, y la veracruzana nos ha ofrecido distintos álbumes como Casa (2005), Las 4 estaciones del amor (2007), Hu hu hu (2009), Mujer divina (2012), Hasta la raíz (2015), Musas (2017), Musas Vol. 2 (2018), Un canto por México Vol. 1 (2020) y Un canto por México Vol. 2 (2021). Y aunque mucho se le ha aplaudido que hoy en día se vuelque a defender la canción latinoamericana, la audiencia en general ha perdido de vista que Lafourcade siempre ha tenido un perfil más completo o universal como músico. Tan es cierto, que si analizamos los diez álbumes que tiene en su haber, nos daremos cuenta de que su carrera está dividida en tres etapas. La primera fue un ciclo enfocado en el rock o rock pop (Natalia Lafourcade, Casa), después prosiguió con una fase más experimental (Las 4 estaciones del amor y Hu hu hu), para finalmente asentarse en una especie de periodo folclórico con sus trabajos restantes (Mujer divina, Hasta la raíz, Musas, Musas Vol. 2, Un canto por México Vol. 1 y Un canto por México Vol. 2).
Lo cierto es que, pese a que en la actualidad su fama se encuentre en un género totalmente distinto al que abanderaba, no debe de desconocerse que su primer trabajo sigue siendo notable a veinte años de su publicación; destaca a todas luces por su ambición en crear melodías que fuesen similares a las de Tom Jobim, Caetano Veloso, João Gilberto o Vinícius de Moraes, no sin dejar de lado una voz fuerte que pareciese intentaba emular a Astrud Gilberto, Ella Fitzgerald o Billie Holiday, pero imprimiendo un sello de originalidad que la identificara con claridad —como lo tiene ahora—.