Si de alguien se ha escrito hasta el cansancio, es sobre Kurt Cobain. Miembro honorario del «Club de los 27». El último gran héroe del rock. Un sujeto que logró la masificación de su trabajo en un mundo en el que sólo existían las cadenas musicales de video y las estaciones de radio. Sin Facebook, YouTube, Twitter, Instagram, Spotify y demás plataformas.
El oriundo de Washington, se encumbró rápida y brevemente en la escena rockera, de la mano de Nirvana con tres álbumes de estudio: Bleach (1989), Nevermind (1991) y In Utero (1993). Mucho se habla de estos dos últimos discos, pues fueron los que catapultaron la meteórica y exitosa carrera de una de las bandas más emblemáticas de los años noventa. Sin embargo, poco se menciona la gran relevancia que tuvo su primer LP, el cual sirvió como piedra angular del grunge y que ayudó a trazar un puente sonoro para consolidar un estilo.
El lanzamiento del álbum debut de Kurt Cobain (voz y guitarra), Krist Novoselic (bajo) y Chad Channing (batería), tuvo lugar un 15 de junio de 1989, bajo el modesto sello discográfico Sub Pop. Al momento de su publicación, el disco constaba originalmente de 11 temas, pero posteriormente en las reediciones se agregaron dos canciones más, «Big Cheese» y «Downer».
La fotografía de la portada que le da identidad a este trabajo, fue tomada por Tracy Marander, quien entonces fuera la novia de Cobain. Y está presentada a manera de negativo para contrastar con el título del álbum, cuyo nombre en español pudiera traducirse como «blanqueador o lejía». Su rótulo fue escogido por el propio cantante, cuando a finales de la década de los ochenta, el también líder de la agrupación pudo percatarse que, mientras iba conduciendo por la ciudad de San Francisco, había un cartel de sanidad pública con la leyenda «Bleach your works before you get stoned» (Desinfecta tus agujas antes de drogarte). Esto con la finalidad de persuadir a la población toxicómana de tomar ciertos comportamientos preventivos para evitar los contagios y decesos por VIH.
He ahí el porqué de los tonos grisáceos en la cubierta del álbum, cuyo estilo recuerda justamente a cuando el antiséptico decolora cualquier cosa con la que entre en contacto.
Algo que puede atribuírsele a este disco, es la redirección de la atención mediática de la audiencia en una industria musical comercial que aún se encontraba visiblemente dominada por solistas de pop como: Prince, Michael Jackson y Madonna. Y por el lado del rock, las bandas de hair metal, glam rock y post-punk, eran quienes «controlaban» todo.
El carácter visceral, agresivo, simplista y directo de Bleach, fue el reflejo del comportamiento social e ideológico de la juventud estadounidense. Descontentos con todo, incomprendidos y sin líderes que los representasen o que hablaran por ellos, Kurt Cobain y compañía dieron presencia a una oprimida y modesta clase media, que lo único que quería era gritar, desahogarse y desaparecer. No de en vano Nirvana fue el estandarte de la generación X.
Las letras de este primer disco se caracterizan por tener versos muy cortos, y muchas de las líneas se repiten incansablemente como si se trataran de un mantra. Para muestra, «Blew», «School», «Love Buzz», «Negative Creep», «Scoff» y «Sifting». En cuanto a la parte melódica, que fue trabajada de forma minimalista, su aparición es nula, y la voz de Cobain se desgarra en vez de cantar formalmente.
Aunque de relevancia modesta, Bleach no deja de ser un magnífico álbum con un sonido crudo y rupestre, pero acicalado. Que bien debe ser reconsiderado cuando se hable de Nirvana pues, aunque Nevermind (1991) es la obra cumbre, ya es el producto de una visión reesculpida, perfeccionada y con dirección.