Demian es una novela escrita por Hermann Hesse, publicada en 1919 bajo el seudónimo de Emil Sinclair, mismo nombre de nuestro personaje principal. Una obra que contiene fragmentos y referencias a un mundo hermoso pero decadente de la postguerra.
“Quería tan sólo intentar vivir aquello que brotaba espontáneamente de mí. ¿Por qué había de serme tan difícil?” – Hermann Hesse.
La obra narra de forma muy específica el transcurso de la vida de Emil Sinclair y como atraviesa la ruptura o “muerte” de su niñez. Emil, un niño de diez años, se enfrenta por primera vez a la disruptiva del “bien y mal”, en donde el bien representa el “lado luminoso”, como Emil lo llama. Sin embargo, el mundo familiar, la escuela y la institución religiosa, rompen la burbuja de Emil y lo atraen al “lado oscuro”, donde encuentra cierta atracción y fascinación hacia este “otro lado”, que lo hace dudar de su verdadera composición como persona (individuo).
Esta simple disruptiva lleva a Emil a tratar de ampliar su visión sobre el entorno, es aquí cuando conoce a Demian, un misterioso “amigo” o “guía”, que lleva a Emil Sinclair a un mundo paradigmático repleto de cuestiones. La novela cuenta un conflicto mental constante, en donde cada personaje juega un papel crucial en la vida de Emil Sinclair hasta llegar a la adultez, esta búsqueda del camino hacia uno mismo juega con el crecimiento del personaje, así como con la búsqueda de la individualidad y de la libertad a través del psicoanálisis filosófico.
Es una novela de composición magnética, sobre todo, en la forma en la que cada personaje representa y simboliza la dualidad que existe dentro de cada individuo. La obra se ve muy representada por el uso del psicoanálisis, de hecho, en las obras de Hesse es algo muy común, y da una introspección a lo que está en nuestro inconsciente colectivo. Un ejemplo claro sería el personaje de Franz Kromer, que en la novela representa este lado que tienta a Emil a hacer el “mal”; Kromer personaliza el arquetipo sombra; el lado oscuro que cada persona está dispuesta a ocultar del mundo real.
El proceso de aceptación a estas inquietudes de la niñez y este conflicto interno al que una persona se enfrenta, retiene a Sinclair durante varios años de su vida, ensimismado en su mundo “correcto y luminoso” y comienza por medio de Demian a crear en él la autocrítica y el análisis.
“El pájaro rompe el cascarón. El cascarón es el mundo. Quien quiera nacer, tiene que destruir al mundo. El pájaro vuela hacia dios, el dios se llama Abraxas”.
Abraxas, este dios que no solo venera al bien y al mal que se encuentran unidos por una misma fuerza; la vida y la muerte como un todo. En la obra se ven muy representadas estas cuestiones, la primera muerte de Sinclair, la niñez, se ve violada por un robo que cometió incitado por Franz Kromer. Abraxas representa en la vida de Sinclair un nacimiento, un nuevo renacer al mundo, desde una visión completamente diferente.
Este renacimiento da un giro sorprendente a la obra, le da un sentido más filosófico con este nuevo guía, un organista llamado Pistorius. Se convierte en un amigo y el ambiente se transforma en enseñanzas desde una filosofía más pura; se abandonan estas enseñanzas de la institución, tratando de crear esta nueva “religión” de tinte más hereje, de la cual Pistorius es el “guía”.
Tratando de conciliar las demás enseñanzas del mundo, se forma un diálogo íntimo entre Sinclair y Pistorius, se refleja mucho el gnocismo dualista, se retoma a Platón y Sócrates indirectamente en algunos diálogos importantes. Emil abandona estas enseñanzas en búsqueda de su destino (mención constante), destino que lo regresa a Demian después de años de no verle. Viaja a su destino y a una realidad, de una forma pacífica y violenta se termina encontrando.
Demian es una novela muy minuciosa en la forma en la que se resume la búsqueda del Yo, pero un Yo con base a la introspección sobre el entorno y todo en lo que en él existe, un Yo con base al conocimiento y la búsqueda del mismo, un Yo puro; nuestra misma construcción.
Es una novela que te hace sentir en la piel de Sinclair, dice TODO durante el transcurso de la trama de forma elocuente, práctica y fácil de leer. Mi único enojo es el final, es ácido, amargo, podría decir que inconcluso, un final que empieza en el último capítulo de una forma lenta y extraña. A pesar de ser este mi reclamo sobre la obra de Hesse, debo decir que es indispensable. El viaje al que te lleva es real y a pesar de estar desarrollada en otra época, se siente muy cercana. Ya lo dice Hesse “Nada hay más molesto para el hombre que seguir el camino que le conduce a sí mismo”. Algo que se torna muy real en el mundo que vivimos.