Todd Haynes realizó un documental de su banda favorita, The Velvet Underground, un trabajo que llevaba en su cabeza por más de 30 años y que fue seleccionado por el Festival de Cannes para su competencia oficial. El día que se sentó con la viuda y albacea de Lou Reed, Laurie Anderson, platicó sobre el proyecto y su viabilidad; esta plática le dio la oportunidad de conocer a John Cale, quien finalmente le dio el visto bueno a la producción. Cabe señalar que esta no es la primera vez que Haynes realiza un documental sobre un proyecto musical, en el pasado realizó Superstar: The Karen Carpenter Story (1987) y I’m Not There (2007), en el que muestra el lado más humano de Bob Dylan.
El documental de The Velvet Underground tiene una estructura bastante marcada, empieza con la aparición en la escena musical de cada uno de los integrantes de la banda, y finaliza con el declive de cada uno de ellos. Sin embargo, Todd Haynes, guionista, productor y director de la cinta, nos acerca al lado más íntimo de los integrantes de la agrupación, al realizar entrevistas con John Cale y Maureen Tucker, los únicos miembros vivos de la banda, y compartir audios de Lou Reed y Sterling Morrison. Además, las entrevistas con familiares y amigos que los rodeaban permiten un acercamiento a sus sentimientos e inseguridades.
Lou Reed, John Cale, Maureen Tucker y Sterling Morrison, miembros fundadores de The Velvet Underground, no tenían idea de la escena musical que estaban formando en New York. Desde el principio, fueron una banda diferente a las otras propuestas musicales de los años sesenta, década en la que imperaba el amor y paz de los hippies, no obstante, ellos repudiaban esta ideología y remaron siempre contra corriente, acompañados de bulbos potentes.
The Factory era el punto de reunión de todos los artistas neoyorkinos, el ombligo del mundo del arte en los sesenta. Andy Warhol, fundador del estudio, logró combinar el cine y la música de manera sublime; para las presentaciones de The Velvet Underground proyectaba diferentes trabajos cinematográficos mientras el cuarteto tocaba su repertorio de canciones. De esta forma, lograban dejar en completo silencio a su audiencia, un silencio profundo que entraba hasta lo más recóndito del alma, hipnotizando a todos a su alrededor y dejando la extravagancia como huella en cada uno de sus conciertos.
La integración de Nico a la banda fue todo un hit por parte de Andy Warhol, él sabía que lejos de buscar un frontman debía darle un cierto toque de sutileza a ese cuarteto de personas vestidas de negro. La búsqueda fue eficaz porque la belleza de Nico opacaba a todos a su alrededor y su aparición en La dolce vita (1960), de Federico Fellini, fue suficiente para centrar la mirada de la audiencia en aquella mujer de cabellera dorada.
Por desgracia, Nico enfurecía a todos los integrantes del grupo porque no podía mantener un solo tono en su interpretación vocal, sin embargo, logró dirigir sus dotes artísticos guiada por John Cale, quien pudo descifrar las canciones que eran perfectas para su voz. A pesar de esto, Nico estaba prácticamente excluida de la banda, trabajaba en las sesiones que le pedían, pero al mismo tiempo se iba a un rincón a escribir poemas que más adelante serían sus temas musicales como solista.
Por otro lado, las inseguridades de Lou Reed como frontman y compositor se veían reflejadas en su vida cotidiana. Su homosexualidad era un tema controversial para la época y sus pensamientos sexuales le llevaron a tener ciertas limitaciones entre su círculo cercano, ya que su familia de origen judio no concebia que una persona pudiera ser libre para decidir su sexualidad. Y sin duda, la terapia de choques para «curar» su homosexualidad lo dejó marcado de por vida.
Al hablar de las letras de Lou Reed, puedes inmiscuirte en desiertos bastante fúnebres y, al mismo tiempo, navegar por olas en mares llenos de vida. Para Lou Reed, no había diferencia entre escribir un libro y una canción, ambos tienen los pensamientos del artista de una forma real. Por eso sus experiencias se convertían en canciones, abarcando temas muy vagos que van desde cómo conoció a una drag hasta decir cómo se siente Candy respecto a su cuerpo.
De esta forma, el subconsciente de Lou Reed rendía sus frutos en cada presentación, mientras que John Cale mostraba su lado más tierno de comunicación con otro ser humano por medio de la música, al faltarle el amor paterno durante su niñez. El ensamble de estos músicos daba como fruto un ambiente de espiritualidad que hipnotizaba a su audiencia.
El sonido de The Velvet Underground tenía como guía espiritual a La Monte Young, un ser humano que sostenía las notas como nunca nadie lo había hecho, creando armónicos naturales. La amistad entre La Monte y Cale rindió como fruto la creación de The Dream Syndicate, una banda precursora a la escena neoyorkina que sostenía que cada frecuencia es percibida en diferentes puntos de la corteza cerebral, así que cuando se establecen un grupo de frecuencias que se repiten una y otra vez, se establece un estado psicológico muy profundo y se perciben nuevos lugares en el sonido, en los que puedes encontrar un hogar.
En sus primeros años, The Velvet Underground sonaba como si un B-52 estuviera tocando en la sala, sin embargo, con la salida de John Cale su sonido se transformó en un ambiente más cálido e íntimo. La entrada de Doug Yule a la banda mermó el estilo musical basado en la experimentación, convirtiéndola en una banda más de rock and roll.
El lado visual de la cinta a cargo de Haynes y el cinefotógrafo Edward Lachman es de los elementos más llamativos del documental. La impecable selección de archivos de la banda, capturados por el lente de Andy Warhol, juega un papel determinante para la historia. Incluso, los encuadres y los planos de la película, enfocando las caras de los integrantes de la banda, guardan cierta similitud con Persona (1966), de Ingmar Bergman.
La constante aparición de Reed y Cale en la cinta hace énfasis en mostrar a estos dos como los principales protagonistas. Aunque el argumento de Haynes por mostrar a estos músicos como las dos figuras de la banda carece de criterio porque simplemente cuenta su enemistad y deja a un lado a los demás integrantes de The Velvet Underground.
El documental finaliza de una forma acertada por su estructura lineal, formando capas en la historia de la banda; desde sus inicios hasta su decadencia, y el inminente final de cada uno de sus integrantes. Sin embargo, el metraje parece corto para una historia con tantas aristas por contar. Las anécdotas recortadas, lejos de introducir un lado conciso para nuevos fans de la banda, alejan a estos mismos porque Haynes no logra establecer un vínculo entre su audiencia y su relato.
Tal como dijo Lou Reed, la gente quiere «ver el cuerpo». La atmósfera que rodea a The Velvet Underground muestra más que el cuerpo terrenal de una banda de rock, eran un conjunto de artistas regados en todos los ámbitos de las artes que, al final, lograron formar una cultura alrededor de ellos.